24 marzo 2020

LO QUE LA PANDEMIA DEL CORONAVIRUS NOS DEJA COMO TAREA (MI INTENTO PERSONAL DE REFLEXIÓN).

Este tema es otra enseñanza o reflexión que la crisis sanitaria mundial nos deja. Me gustaría que los expertos hablen, pero que den respuestas coherentes, efectivas, para que la juventud de hoy cambie su chip. Necesitamos estrategias viables y contundentes y no nos vengan a repetir como discos rayados el modelo actual, porque NO DA RESULTADOS.

No estoy diciendo, mucho menos pidiendo que se vuelva a la educación de antaño, cuando los padres tenían el derecho de meter buenas zurras a los hijos, usando cinturón, manguerazos, chicotes hechos a base de ramas de árboles tan flexibles como el bambú y la huayaba, que cuando te lo aplicaban en las nalgas o las piernas el dolor hacia que tus vellos se erizaran y sintieras una especie de frío recorriendo tu cuerpo, inclusive usaban sus sandalias, entre muchos otros objetos. NO ESTOY PIDIENDO ESO, LA EDUCACIÓN CON VIOLENCIA NO ES CORRECTA, SOBRE TODO SI ESTA VIOLENCIA ES MUY PROLONGADA EN EL TIEMPO, refiriéndome a los años que demoran las etapas de crecimiento de un niño.

Por eso, luego de esta crisis y el conflicto que producen estas medidas restrictivas de aislamiento obligatorio, espero que muchos profesionales o los expertos empiecen a resetear su discurso.

Se requieren nuevas estrategias para educar a los niños y adolescentes, que no sean invasivas negativamente, que no requieran el uso de la fuerza, que no requieran violencia física o psicológica, PERO QUE SEAN EFECTIVAS EN EL TIEMPO, PARA QUE DESDE NIÑOS DESARROLLEN REALMENTE VALORES Y ACTITUDES, para que no sucedan estos casos DE MISERABLES MOCOSOS CRETINOS, INDOLENTES, INADAPTADOS, QUIZÁ SOCIÓPATAS, QUE PIENSAN QUE VIOLAR LAS NORMAS, REGLAMENTOS O LEYES ES LO MÁXIMO, QUE IR CONTRA LAS NORMAS QUE PROTEGEN A LA SOCIEDAD ES SER EL VIVAZO, EL VACANCITO DEL BARRIO.

Siempre voy a apostar por la educación. Siempre. Pero mientras la sociedad civil, el Estado y las empresas privadas premien a personajes mediáticos armando torres de vasitos y no premien a los educadores o profesionales que aporten a la sociedad, NUNCA VAMOS A AVANZAR.

Mientras paguen miles de dólares a faranduleros, jugadores o personajes mediáticos y contrariamente paguen migajas a los profesionales que investigan, innovan, inventan, educan, proponen propuestas y soluciones viables; mientras el Estado dé la espalda a los verdaderos forjadores del desarrollo de nuestra sociedad, NUNCA AVANZAREMOS.

La empresa privada ciertamente busca generar sus utilidades, por supuesto, eso es así y siempre lo será, pero también las empresas privadas deben poner en su agenda mayor interés y ver con nuevos ojos la labor social que deben cumplir.

El dinero genera una responsabilidad social y no se trata de regalar, pero sí de contribuir con la investigación tecnológica, la educación, las iniciativas que puedan dar soluciones a largo plazo a los problemas del país en diferentes aspectos como el problema medioambiental, generación de nuevas fuentes de energía renovables, producción del agua y acceso a ella, mejor educación, investigación médica, alimentos orgánicos y mil cosas más. El empresariado debería ver estos aportes a la sociedad no como regalar o perder dinero, sino como una inversión, ya que esto en el futuro crea gratitud y fidelización de las personas y/o clientes hacia ellos, como una suerte de compensación recíproca. Sería un efecto rebote.

También dirán que esta utopía es responsabilidad del Estado, lo cual es cierto. Pero tal vez, luego de esta pandemia, surja un nuevo tipo de Estado, que forje nuevas alianzas con el empresariado nacional, que a cambio de todo el aporte social que ellos puedan hacer, les mejoren sus escenarios de desarrollo, quizá en el aspecto tributario, generación de mercados sostenibles u otro tipo de plus recíproco.

Sólo puedo ver que al final, un virus, un organismo microscópico, puede destruir a todo un país y es hora de cambiar nuestra forma de pensar y actuar, porque el futuro está cerca y la próxima pandemia quizá no nos dé ninguna oportunidad.

Tarapoto, 24.03.2020.