CELULARES EN EL AULA
Artículo
de opinión
Por:
ODISEO
Es indudable que el evento global que se ha dado en denominar pandemia del covid-19 ha marcado un antes y un después en todas las estructuras sociales de los países, entre ellas la educación. Los que hacemos docencia, más aún, los que realizamos esta actividad desde el siglo pasado, somos testigos oculares y de primera línea en este escenario de transformación de los usos y costumbres de las tecnologías en el ámbito educativo, tanto de los docentes como de los alumnos.
Me ocuparé en este breve artículo de opinión de mis observaciones in situ sobre cómo ha cambiado el “chip” de los alumnos desde el año 2000. Entre ellas, observo que la permisividad de ciertos hábitos negativos en el uso de las TIC —llámese celulares— en el aula es demasiado arraigada. Estos aparatos son un elemento distractor y, al mismo tiempo disruptor de notoria trascendencia, debido principalmente en un inicio a la llegada de Internet, pero que hoy se ve acrecentada por la omnipresencia de la inteligencia artificial generativa, que está, metafóricamente hablando, secuestrando la mente de los alumnos.
Pero los celulares no son realmente el problema en sí mismos, sino los propios alumnos y sus hábitos que muestran en cada sesión de aprendizaje. Es casi surrealista ver cómo un alumno, haciendo alarde de triunfo, de éxito logrado, según su esquema mental, siente que es una victoria responder en cuestión de segundos lo que encuentra en la IA cuando el docente propone un reto para ser resuelto en el aula. La conexión de los alumnos con la Inteligencia Artificial es tan adictiva, tan obsesiva, que, repitiendo ellos la respuesta que muestra ChatGPT, principalmente, sin entender nada del proceso de resolución del problema, los alumnos asumen una conducta de alarde, de pavoneo, de vanagloria, sin tener la mínima noción de que sólo han obtenido una victoria inmerecida y artificial, sin una pizca de haberse esforzado mentalmente. Es patético, realmente.
Para un docente de educación superior que estudió secundaria cuando no existían estas tecnologías, me remonto a los años 60, 70, 80 y 90; es casi risible de forma anónima, ya que podría herir la susceptibilidad del alumno si este se diera cuenta, como se siente triunfador, seguro de que responder sin esforzarse nada, sólo pulsando algunas teclas del celular y tener la respuesta casi inmediatamente, lo hace el más aplicado de la clase... Totalmente lamentable, quizá trágico. Construye un castillo de arena, porque un simple "Ven a la pizarra y demuéstralo" de parte del docente destruye su ego inflado artificialmente.
¿Qué
sucederá en los próximos años con estos futuros ingenieros, arquitectos,
abogados, entre otros profesionales que saldrán de las instituciones educativas
de nivel superior? ¿Cuál será la frontera final de esta forma de usar los
celulares y la IA en el aula? ¿Estamos viendo nacer una generación de idiotas,
predicción que se atribuye a Albert Einstein hace décadas atrás? Suena
aterrador y oscuro, porque sobre sus hombros está la responsabilidad del
futuro. Pero también Elon Musk, que no necesita presentación y, otros
científicos, ya lo dijeron: la inteligencia artificial en breves años será
"más inteligente" que el ser humano. Discrepo con eso, tenemos
nuestra humanidad aún; eso nos da por ahora una ventaja competitiva.
Pero también, ¿qué podemos hacer en las aulas para tratar de mitigar este impacto negativo de la adicción al celular de los alumnos? De pronto se me ocurre, como ya está sucediendo en otros lugares del mundo, que en el aula se prohíba completamente el uso de celulares. Para no violar su derecho a las telecomunicaciones, implementar organizadores adecuados donde el alumno pueda colocar su móvil y esté visible, en caso de que ingrese una llamada y pueda responder. Cualquier llamada puede ser una emergencia. Indudablemente, hay cursos donde sí se necesita usar estos aparatos, pero en los que no, debería ser una regla no usarlos.
¿Sería posible implementar esta medida de cero celulares en el aula, excepto en algunos cursos que lo requieran? En mi opinión, sí, porque desde mi perspectiva, los celulares estarían disponibles para recibir y emitir llamadas, pero durante la clase estarían lejos de las manos de sus propietarios. Al mismo tiempo que se cautela el derecho de los alumnos a las telecomunicaciones, también se evitaría que estén literalmente pegados a sus móviles.
En el peor de los casos, como ya sucedió alguna vez en Japón, donde se prohibió el uso de los celulares en el aula, cuando sucedió un terremoto, los alumnos no tuvieron acceso inmediato a sus móviles, porque estaban literalmente "confiscados", se modificó esta disposición para que lo tuvieran con ellos, pero con la prohibición tajante de no usarlos durante las clases.
También debemos tener en cuenta en esta ecuación la variable de las decisiones que puedan tomar los directivos de las instituciones. Sin su predisposición y voluntad, no será factible ni viable este tipo de medidas y protocolos, que, poniendo en la balanza, repercutirían en un mejor uso de las capacidades mentales y de pensamiento lógico de los alumnos.
¿Cómo lo sabremos? Simplemente haciéndolo. No esperemos resultados diferentes si seguimos haciendo lo mismo. La tecnología es inevitable, seguirá in crescendo, es ya parte de las actividades humanas, así es su naturaleza, pero no podemos hacer que nos reemplace, sino que sea nuestra mejor herramienta de productividad; no podemos dejar que nos atrape, sino prescindir de ella cuando sea necesario. De que llegará un día en que la IA servirá para inclusive diseñar nuevas proteínas o moléculas, nuevos tratamientos médicos de forma autónoma, descubrir nuevos compuestos químicos, sí llegará, pero mientras tanto debemos cautelar la mente de aquellos que deberán saberlo usar y gestionar, o al final, los humanos nos convertiremos en siervos de la tecnología, especialmente de la inteligencia artificial.
De pronto recuerdo la parte final de un artículo que escribí el año 2000 en la revista institucional de un colegio secundario de Morales - Tarapoto, disponible en https://desdeodiseo.blogspot.com/2013/03/reflexion-informatica.html, en la que termino el texto indicando "esperemos que nuestra creación no se convierta en nuestro creador".
Escrito en Tarapoto, junio
19, 2025.
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