REFLEXION
INFORMATICA
Escribe: Ing. Ulises LozanoReátegui
Nadie ha
logrado hasta hoy descubrir cuándo hizo su aparición en la historia de la
humanidad la ciencia tal vez más entretenida de todos los tiempos: LA
COMPUTACION. Otros en cambio la llaman INFORMATICA y algunos todavía
COMPUTACION E INFORMATICA. Lo cierto, llámesele como se le llame, siempre
su evolución ha estado un paso más adelante que todas las demás ciencias y es
por eso que siempre es la ciencia que está de moda.
Pero,
¿Qué es lo que realmente la hace atractiva? ¿En dónde estriba la sutileza
de su magnetismo irresistible? ¿De dónde viene esa atracción que emana de
una pantalla de 15”, una caja con leds que parpadean y un teclado que no deja
de sonar incesantemente? ¿Acaso esta ciencia es producto de la evolución
de las sociedades cada vez más frías e indiferentes ante nuestra esencia
humana? ¿Cuál será la frontera final de la computación?
Recuerdo
mis días de estudiante en donde programar un computador era casi parte de la
vida misma. Noches enteras con sus madrugadas y cientos de líneas de
código impresas en el papel me hundían cada vez más en un mundo fascinante,
pero a su vez frío y demasiado lógico. A veces podía adelantarme a la
respuesta que daría el computador después de pulsar las teclas. A veces imaginaba
y seguía mentalmene el recorrido de los bits por las pistas de miles de
microconductores impresos en las diferentes tarjetas y componentes del
computador.
Aún hoy,
luego de estar trabajando con computadoras por espacio de 22 años no logro
descubrir ni siquiera el 10% de todo el potencial que encierra esa caja llamada
COMPUTADOR. Pero, al margen de todo esto, nadie hoy puede dudar que la
COMPUTACION es una ciencia para todas las demás ciencias. Quién puede
negar que la computación y las computadoras son ahora parte cotidiana de la
vida de las personas. Desde un nacimiento hasta una muerte, desde la más
remota profundidad marina hasta más allá de los límites de nuestro sistema
solar, desde un polo hasta el otro polo de nuestro planeta. No hay rincón
en el mundo en donde la computación no haya dejado sentir su presencia. Y
es más, nuestra sociedad, dialéctica por excelencia, depende de las
computadoras. Cuántos hemos sido testigos en más de una ocasión de la
famosa frase ya sea en un banco o en otra institución: “El sistema se cayó...”
y largas colas de espera se van formando. Pero eso no es todo, el poder
que encierra un computador es casi ilimitado para nuestros parámetros de
conocimiento. La fascinación que encierra tal vez sea por el hecho de la
competencia eterna entre el hombre y la máquina. Casi inconscientemente,
esa fascinación enloquecedora no nos hace ver que nuestra propia creación nos
empieza a envolver cada vez más y nos encerramos en nuestra propia inteligencia
en un afán de querer dominarla y mostrarla a los demás. Ahora, en este
nuevo orden de cosas el poder no lo tiene aquél que posee dinero, sino aquél
que tiene la información en sus manos y sabe cómo administrarla y proveerla a
los demás. Quien posee información posee el poder. Ese ego afanoso
de poder nos hace competir y meternos en ese fascinante mundo de la
computación. Es importante que cada uno logre saber entrar y salir a
voluntad de ese mundo enceguecedor y enloquecedor, pero fantástico al mismo
tiempo. Ahí está el verdadero poder y fascinación de la computación.
No necesitas dominarla, simplemente saber entrar y salir de ella cuando te
plazca.
Esto me
recuerda una obra de ciencia ficción en donde un día un científico súper genial
inventa la computadora más grande y poderosa del universo, capaz de dar
respuesta a todas las preguntas de la humanidad y el primer día de su
inauguración su creador le hace la primera pregunta: “¿Existe Dios?”. La
computadora empieza a procesar la pregunta. Luego de unos chasquidos
eléctricos responde: “Sí...” y luego de un breve silencio continúa: “... desde
ahora”. Su creador queda atónito y tras una breve pausa comprende recién
la respuesta y trata de desconectarla, pero la computadora no le deja terminar
su propósito… un haz de luz mata al inventor. El genio empieza a caer y
no logra escuchar una voz eléctrica y gutural que empieza a sonar en un idioma
incomprensible, al mismo tiempo las luces del laboratorio empiezan a apagarse y
sólo se quedan encendidas las que iluminan al súper computador.
Esperemos
que un día nuestra creación no se convierta en nuestro creador.
Escrito
en Tarapoto, Junio 2000 (Rev. Junio 2012).
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